LA MÚSICA EN EL "MITO", EL RITO Y LA FIESTA

Publicado en por tarenkantares.over-blog.es

El propio Curt Sachs ha sugerido que el origen de la música debemos buscarlo en la creencia en el poder mágico del sonido sobre la materia. Innumerables mitos, tanto de la Américas como de otras latitudes, corroboran esa afirmación. La música aparece luego como elemento del ritual cuya función es reactualizar los mitos. Los propios instrumentos musicales tienen un valor simbólico en este contexto mitológico. Habia instrumentos masculinos y femeninos, que sólo podían ser tocados por hombres o mujeres, respectivamente. Las sonajas "enfiladas" o "enhebradas", que  acentuaban los movimientos de la danza, eran a su vez amuletos. El sonajero de calabaza o maraca era instrumento particularmente mágico usado por los Chamanes para comunicarse con los poderes sobrenaturales o los espiritus de los antepasados. El tambor fue siempre instrumento sagrado con diferentes atributos según su tipo: tambores reales, guerreros, fúnebres. A esta especialización siguió luego la de los diferentes toques. El tambor ha estado asociado a la tierra, la luna, los ritos sexuales y de fertilidad, así como el cielo, el trueno, la lluvia.

 

Los Raspadores generalmente estuvieron a la muerte y los ritos fúnebres. Las flautas estuvieron ligadas a un simbolismo fálico, y a los ritos relacionados con las ideas de fertilidad y resurrección, al viento y el soplo divino.

 

En la mitología de los indios americanos aparece constantemente el motivo de la música, o del canto y la danza, así como los distintos instrumentos musicales. En el Popol Vuh, libro sagrado de los maya-quiché, los personajes mitológicos Hunbatz y Hunchoén tenían como atributos los de flautistas y cantores. Entre los pueblos nahuas, Macuilxíchitl-Xochipili era la divinidad de la danza y la música, de la vegetación, la flores y el amor. Pero también otras divinidades, como Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, se relacionan con la música y el canto. Una leyenda mitolóagica sobre el origen de la música refiere que el Dios del Espejo Humeante (Tezcatlipoca) envió al Dios del Viento (Quetzalcóatl-Ehécatl) a través del mar, hasta la Casa del Sol, para traer a los músicos que servían al sol, con sus instrumentos, para que "Alegren al hombre, me sirvan y veneren"...

 

Debido a que el tema de la música en los mitos de indoamérica exigiría por lo menos un libro, nos limitaremos a señalar algunos de los mitos indoamericanos ligados al lenguaje musical y los instrumentos entre los que aparecen en uno de los más exhaustivos estudios sobre la materia, del antropólogo y músico Claude Levi-Strauss. En el tomo I de sus Mitológicas, el canto y los sonidos musicales aparecen relacionados a un mito de los indios sherenté, de Brasil oriental. En el tomo III un mito de los Yabarana de la regíon de río Negro y Vaupés nos explica el caracter sagrado de la flauta, como encarnación del hijo del Sol y símbolo de la sujeción de las mujeres a los hombres (o sea, relacionada con el paso del matriarcado al patriarcado). Otros Cantos se refieren al canto (indios Menomini de los grandes lagos, América del Norte); al canto y la danza (cherokee); al caracter sagrado de los tambores (Mandan, del grupo septentrional de los Siouxs); a la trompeta (Munducurú, Sudamérica).

 

En otra parte se refieren a la relación de la música, la palabra y las máscaras rituales (la música como palabra enmascarada) entre los Bororo, Waiwai, Kalina y otros grupos de Sudamérica, y también en relación con el lenguaje de silbidos, la flauta, el clarinete y el lenguaje de los tambores (entre los bororo y los okaina); y a las maracas y sonajas como los instrumentos más cercanos a los entes sobrenaturales (entre los tacana, matako, machiguenga y uitoto). El origen mítico de los instrumentos musicales aparece invariablemente en casi todos los grupos indigenas.

 

En el tomo II de su obra, Levi-Strauss analiza mitos que se refieren al bastón de ritmo (entre los warrau de las Guayanas, los guaraní y los tukuna); a la relación entre tambores y máscaras (Tukuna); a la asociación de varios instrumentos (bastones, batidores, tambor, maracas, calabaza golpeada) entre los Guaraní, Sherenté, Bororo, Kayapó; a los tambores, en distintos mitos de los Matako, Tupí (asociado a la trompa), Tacana, Tereno y Ute (de norteamérica); a las sonajas y maracas entre los uitoto, tukuma y ge del Brasil, los Haida de Norteamérica, los Apinayé y Maipure del Orinoco y los Toba del Chaco. El Sistro, instrumento típico del Medio Oriente y el Mediterraneo, aparece entre los Yaquis de México y entre los Caduveo amazónicos (hecho de madera con discos de hueso o conchas) y se refleja en su mitología. El lenguaje silbado aparece en los mitos Bororo y de los Arawak de Guayana.

 

De todo esto se desprende el carécter preeminentemente sacro de las fiestas indígenas, que son en esencia una "escenificación" o "recreación" del mito, tanto en el caso de las fiestas "populares" como en las propias de la "realeza", que participaba junto a su pueblo. El Inca Garcilaso nos ha dejado una descripción de la fiesta efectuada al inicio de las faenas en las tierras del soberano del Tahuantinsuyu y las llamadas "tierras del Sol", divinidad suprema entre los Incas. Nos dice Garcilazo que:

 

(...) iban los Incas con todas sus mayores galas y arreos. Los cantares que decían en honor al Sol y de sus reyes, todos eran compuestos sobre la significación de esta palabra hailli, que enlengua general del Perú quiere decir triunfo, como que triunfaban de la tierra.

 

Garcilazo se refiere también a festividades solemnes en que los propios incas tomaban parte en los cantos y danzas...

 

  (Copiado textualmente del libro: "Música y Descolonización" de Leonardo Acosta).

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